Por: Mariel Molina de Juan

Doctora en Derecho - Profesora titular de Derecho de las Familias

I - PRELIMINARES

En el derecho de las familias argentino, la responsabilidad parental involucra algunos conceptos cuya diferenciación es preciso establecer desde el comienzo. Me refiero a la titularidad, el ejercicio y el cuidado personal.

La titularidad recae sobre quienes han sido emplazados en ese estado de familia, convivan o no, sean o no matrimonio, e involucra el conjunto de derechos y deberes que los progenitores tienen en carácter de representantes legales de sus hijos.

El ejercicio, en cambio, se expresa en la facultad de “actuar” tales deberes-derechos, sean actos cotidianos o decisiones trascendentes de la vida de los hijos e hijas. Implica la puesta en acto de todas las responsabilidades o facultades para su desarrollo y formación integral, enmarcadas en los principios sentados por el artículo 639 del Código Civil y Comercial (CCyCo.). Integran esta órbita las decisiones sobre el tipo de educación que recibirán, su escolaridad, el establecimiento al que concurrirá, el aprendizaje de idiomas, la práctica de deportes, viajes, cambios de domicilio, tratamientos médicos, psicológicos, intervenciones quirúrgicas, legitimación procesal, gestión patrimonial, etc.

Cuando los hijos tienen doble vínculo filial, la regla es el carácter compartido. Sin embargo, quien detenta la titularidad puede carecer del ejercicio actual contando solo con facultades “potenciales de actuación”. Conviene aclarar de antemano que tal carácter compartido no conlleva una actuación conjunta, pues se presume que lo realizado o decidido por uno de ellos cuenta con la conformidad del otro. Como contrataría, y en garantía del respeto por la coparentalidad opera el deber de mantenerse informado sobre las cuestiones relevantes para la vida de los hijos (art. 654), y el mecanismo extrajudicial y judicial de oposición para el supuesto de desacuerdos (art. 642).

El terreno del cuidado personal se sitúa en la cotidianidad; es una manifestación del ejercicio de la responsabilidad que involucra las decisiones habituales, corrientes y rutinarias de la función parental destinadas a la crianza y protección de los niños, niñas y adolescentes (NNyA); por tanto, presupone algún tipo de convivencia, o inmediatez física con ellos.

Cuando la pareja parental se separa, las decisiones sobre el ejercicio de la responsabilidad parental, y su desagregado del cuidado personal de los hijos, así como la distribución de las responsabilidades alimentarias suelen representarles un gran costo emocional, que con lamentable frecuencia se proyectan hacia los NNyA, quienes quedan atrapados en la disputa y encono entre sus padres. Las opciones para resolverlas discurren entre los acuerdos parciales o integrales, y las decisiones judiciales.

En este artículo me propongo profundizar sobre algunas cuestiones complejas y controvertidas del actual diseño jurídico del régimen de relaciones entre los progenitores y sus hijos e hijas, en miras a compartir la crianza y su sostén económico cuando la pareja parental no convive.

Y además:

II - RELACIONES ENTRE CUIDADO PERSONAL Y EJERCICIO DE LA RESPONSABILIDAD PARENTAL
III - LAS CLASES DE CUIDADO PERSONAL
1. Modalidades de cuidado personal compartido
2. La preferencia legal
3. Normas y realidades
IV - SOBRE EL PLAN DE PARENTALIDAD
V - CUIDADO PERSONAL COMPARTIDO Y CUOTA ALIMENTARIA
VI - BREVES CONCLUSIONES

Este contenido forma parte de nuestra publicación 'Temas de Derecho de Familia, Sucesiones y Bioética'

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