Por: Richard Amaro Gómez

En general, tenemos en la legislación de fondo que los derechos se pueden clasificar de la siguiente manera:

a) Personales: vínculo jurídico que se establece entre dos o más personas físicas o jurídicas.

b) Reales: vínculo jurídico de las personas con las cosas.

De hecho, el Código Civil y Comercial de la Nación define al derecho real en su artículo 1882 de la siguiente manera: “el derecho real es el poder jurídico, de estructura legal, que se ejerce directamente sobre su objeto en forma autónoma, y que atribuye a su titular las facultades de persecución y preferencia, y las demás previstas en este Código”.

El resaltado en negrita es de mi autoría.

A su vez, los derechos reales se dividen en derechos sobre bienes propios y derechos sobre bienes ajenos. En este ámbito, el referido Código, en su artículo 1888, indica: “Derechos reales sobre cosa propia o ajena. Carga o gravamen real. Son derechos reales sobre cosa total o parcialmente propia: el dominio, el condominio, la propiedad horizontal, los conjuntos inmobiliarios, el tiempo compartido, el cementerio privado y la superficie si existe propiedad superficiaria. Los restantes derechos reales recaen sobre cosa ajena…”.

El destacado en negrita es de mi autoría.

Recordemos que el tiempo compartido es un derecho real sobre un bien o bienes propios, muebles e inmuebles. Lo expuesto implica que quien posee un tiempo compartido tiene un derecho no en relación a personas (físicas y/o jurídicas), sino sobre un conjunto de bienes (muebles e inmuebles).

En este sentido, el Código Civil y Comercial de la Nación esboza, en su artículo 2087, el concepto de tiempo compartido, al definir: “se considera que existe tiempo compartido si uno o más bienes están afectados a su uso periódico y por turnos para alojamiento, hospedaje, comercio, turismo, industria u otros fines y para brindar las prestaciones compatibles con su destino”.

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Asimismo, el artículo 2088 del referido Código indica que conforman el derecho de tiempo compartido “con independencia de la naturaleza de los derechos que se constituyen o transmiten, y del régimen legal al que los bienes se encuentren sometidos; el tiempo compartido se integra con inmuebles y muebles, en tanto la naturaleza de estos sea compatible con los fines mencionados”.

La figura del tiempo compartido también es llamada propiedad vacacional, dado que les permite a sus adquirentes el derecho a vacacionar en un determinado lugar por una cantidad de tiempo (en general, una semana) durante cada año, pudiendo disfrutar tanto de los bienes muebles (camas, mesas y sillas, entre otros) como de los inmuebles (alojamiento en hotel, piscina y canchas, entre otros).

El tiempo compartido se adquiere en general por anticipado a las vacaciones y se trata de contratos de larga duración. En fin, los inmersos en estos contratos adquieren un derecho real de poder gozar básicamente una semana de cada año de vacaciones en cierto lugar, aunque el adquirente debe afrontar ciertos gastos relacionados, como pueden ser las expensas.

Desde la perspectiva del impuesto sobre los bienes personales, recibe el tratamiento de un derecho real sobre un conjunto de bienes propios, por aplicación supletoria de la legislación de fondo. No obstante, no existe un poseedor único de dicho derecho, dado que existen muchos adquirentes de los tiempos compartidos. Siendo ello así, resulta realmente difícil aplicar los criterios de valuación sobre bienes propios, muebles e inmuebles, previstos en la legislación del impuesto sobre los bienes personales en función del porcentaje de participación, ya que se requiere un nivel de información que normalmente no tiene el adquirente de tales derechos.

En este contexto, creemos que el criterio más razonable sería considerar el importe invertido en la adquisición de tal derecho al 31 de diciembre de cada año, lo que no incluye los gastos ordinarios, como ser las expensas. Si bien este criterio no se amoldaría al criterio legal, porque estamos frente a un derecho real sobre bienes propios en una determinada proporción, ante su naturaleza y características especiales creemos prudente aplicar un criterio razonable encuadrándolo en “otros bienes”. No obstante, no deja de ser un tema discutible al día de la fecha.

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