La frase “Fear of missing out” se puede traducir en un sentido literal como “miedo a lo que se perdió”. La otra forma de interpretación es “temor a perderse algo” y se la relaciona con la virtualidad. La expresión describe la sensación de no entender lo que acontece en las redes y plataformas luego de un tiempo de desconexión. La sigla que comprime a la oración es F.O.M.O. y los principales referentes del marketing la señalan como fundamental para las organizaciones.

Según distintas corrientes que analizan comportamientos sociales, en tiempos de hiperconexión y a causa del F.O.M.O., las comunidades permanecen siempre alerta al entorno digital. Desde hace años, se ha dicho y se ha escrito mucho al respecto desde la psicología, sociología y demás ciencias. Desde luego, los ámbitos corporativos no son la excepción y, hoy, este concepto es el nuevo gran paradigma a la hora de confeccionar las estrategias de comunicación.

¿Cuándo comenzó esta tendencia de la cual hoy habla todo el planeta? ¿Cómo modifica los comportamientos de receptores y consumidores? ¿Por qué el miedo a perderse algo significa oportunidad de negocios y fidelización? ¿Qué rol juega la responsabilidad social empresaria en este nuevo modelo?

El origen del miedo

El creador de la frase se llama Patrick J. McGinnis y es un escritor conocido en todo el mundo por sus famosos bests sellers como “Emprendedor 10” y el mismísimo “Fear of missing out”. Fue en 2004 cuando, en el inicio del auge del social media y de las conexiones por dispositivos, McGinnis vislumbró que las personas comenzarían a experimentar un nuevo tipo de ansiedad.

Según el autor todo el ecosistema digital está diseñado para que los seres humanos estén cada vez más pendientes de notificaciones de todo tipo: correo electrónico, menciones y mensajes directos en redes sociales, notificaciones de plataformas y activaciones de diferentes rubros. En su teoría explica que estos estímulos se vinculan al placer y que generan una descarga de dopamina, el neurotransmisor cerebral asociado a la felicidad.

Pero no todo pasa por lo individual en torno a las conexiones. En su libro “El entorno digital: Breve manual para entender cómo vivimos, aprendemos, trabajamos y pasamos el tiempo libre hoy”, Pablo Boczkowski y Eugenia Mitchelstein definen a la nueva sociabilidad. Según los autores, el entorno digital es en el presente la nueva “vida real”. Se trata de una dimensión paralela a la existencia analógica en la cual suceden eventos tan o más relevantes a la vez.

A partir del apego que se origina hacia el mundo virtual surgen nuevas situaciones de vinculación, incluidas las relaciones laborales. La presentación cara a cara ya no es indispensable para ingresar en un nuevo empleo, tampoco para iniciar un negocio ni obtener una contratación freelance. Por otro lado, la sobre saturación permanente de incentivos puede ser contraproducente. Cambian las formas, se multiplican las alternativas y surgen las dudas.

F.O.M.O y zonas de oportunidades

Vilma Núñez es una emprendedora y mentora especializada en negocios digitales. Según la experta, el lema definitivo en redes sociales debería ser “que tu contenido gratuito sea mejor que tu producto o servicio pago”. En otras palabras, para Núñez, captar la atención gratis es la puerta de entrada para fidelizar. Luego llegará el momento de vender, un proceso que antes era inverso. Así se inicia un vínculo virtual que, con una buena estrategia, se sostiene en el tiempo.

Al parecer, el contenido de valor es la clave tanto para cautivar el interés tanto del cliente externo como también del cliente interno. A continuación, algunos puntos para tener en cuenta a la hora de confeccionar el mapa de comunicación en tiempos de F.O.M.O.:

Análisis de audiencia: Para obtener seguidores activos es necesario conocer a la perfección el perfil del público a quien se dirige el mensaje. En otros tiempos las variables duras como edad, nivel socioeconómico y geolocalización eran centrales. Hoy las características psicográficas como gustos, afinidades valores, principios, intereses y filosofía tienen tanto peso como las anteriores.
Zonas de interés: Cada auditorio, en función a sus características, tiene ejes temáticos que les resultan más atractivos. Luego del primer análisis, se puede definir qué tópicos serán seductores. En este punto no es menor la forma en la cual prefieren que la temática sea enfocada. En tiempos de sobre oferta de contenidos, las formas también funcionan como valor agregado.
Agenda en común: El tercer paso es buscar de la gran lista de temas destacados para la audiencia cuáles generan especial conexión. Para ser referente de un tema hay que tener, en principio, una voz autorizada. Habrá que reunir entonces respaldos, avales, los materiales más interesantes y un enfoque adecuado para comenzar este camino.
Sentimiento de pertenencia: No hay nada que adhiera más a las personas a un espacio que la sensación de comunidad. El mundo virtual también funciona de este modo y la responsabilidad social empresaria entra aquí como un actor preponderante. La percepción de beneficios se potencia si el fenómeno sucede en forma grupal y, más aún, si está asociada con el bien común.
Credibilidad: Para que el vínculo sea genuino tiene que estar validado por credenciales reales y activas. Una voz autorizada debe demostrar que su relato es válido y eso debe ser visible a lo largo del tiempo. El cumplimento de las promesas también forma parte de este ítem.

Sin dudas, en internet pasan cosas todos los días y a cada minuto. Si bien es la necesidad permanente por acceder a las novedades, hoy conocida como F.O.M.O., puede generar ansiedad también puede nutrir nuevos canales de comunicación. Que ese ida y vuelta sea una conversación nutritiva la nueva y enorme responsabilidad que las empresas. Para administrar los mensajes de forma positiva existen los equipos especializados en comunicación.

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