Se aprendió en la facultad que este tributo tiene como característica más saliente que no produce efectos económicos pero sí produce efectos financieros en general. Esto se ha repetido una y otra vez en diferentes cátedras y ha quedado en la memoria que este impuesto, en principio, no tiene incidencia económica. A diferencia de lo que sucede con otras cargas como ganancias, sobre los ingresos brutos y sellos, entre otros.

Lo indicado es así por cuánto el apareamiento del débito fiscal de las ventas con el crédito fiscal de las compras se refleja a través de cuentas patrimoniales. Y por otra parte, el impacto de las retenciones y percepciones luego será por medio del saldo de libre disponibilidad o del saldo a pagar. En definitiva, siempre se habla de cuentas patrimoniales de pasivo como el débito fiscal así como cuentas de activo tal como el caso del crédito fiscal, de las retenciones, las percepciones, entre otras. Del conjunto de las mismas vamos a tener saldos técnicos y de libre disponibilidad a favor, o saldos a pagar. Pero siempre con un impacto de índole financiera.

No obstante, hay ciertos casos en los cuales el IVA si produce un impacto de naturaleza económica generando pérdidas o gastos en el balance contable y en el balance fiscal. Lo señalado se puede denominar como la excepción del principio de la incidencia financiera del impuesto. Si bien resulta llamativo, el impacto económico del IVA en determinadas circunstancias es una realidad innegable.

En este sentido, se expresan los siguientes ejemplos:

Cuando un contribuyente realiza una actividad gravada por el impuesto al valor agregado y otra actividad exenta hay que recurrir al prorrateo del crédito fiscal. Y este último de los gastos comunes o compartidos no va a ser 100% computable. En consecuencia, se va a generar que una parte del mismo por prorrateo califique como no computable incidiendo en el resultado del ejercicio mediante una pérdida o gasto.
Hay determinadas adquisiciones establecidas en la ley del impuesto al valor agregado que no pueden generar crédito fiscal computable más allá que la operación esté vinculada con la fuente de ingresos alcanzados por el tributo. Por ejemplo, ello ocurre con el IVA crédito fiscal de los hoteles y restaurantes entre otros.
Tras adquirir automóviles que califican como auto herramientas y no como auto objeto, el crédito fiscal de su adquisición está limitado a $4.200. Por lo tanto, el excedente generará un impacto económico en el resultado del ejercicio.
En determinadas circunstancias cuando el fisco detecta ingresos omitidos realiza ajustes en relación al impuesto al valor agregado, entre otros tributos. Ese débito fiscal que el tributario debe declarar por el ajuste fiscal en ocasiones nunca se facturó y ya no se puede facturar ya que se trata de operaciones que han sido marginales o de la economía informal. Por lo que el contribuyente debe afrontar el gasto o la pérdida ya que ese débito fiscal no lo podrá trasladar, incidiendo en el resultado económico del ejercicio.
En el supuesto de facturas de proveedores que aparecen en la base de apócrifas o de sujetos no confiables, el crédito fiscal no será computable teniendo una incidencia en el resultado del ejercicio.
Etcétera.

Por lo tanto, en todos estos casos, se va a tener una pérdida o gasto en el “debe contable” que se va a traducir en una disminución del resultado económico del ejercicio y, por ende, del resultado fiscal en lo que concierne al impuesto a las ganancias. Por otra parte, es menester resaltar que no es necesario ajustar este gasto porque es un gasto contable pero también es un gasto impositivo. En este sentido, recuerden que por principio general los impuestos, tasas y contribuciones relacionados con las actividades económicas generadoras de rentas alcanzadas resultan admisibles como deducción en el impuesto a las ganancias.

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¿Cuáles son los efectos económicos del IVA?