Por: Luciana Chanampa Blanco

Especialista en Derecho Laboral y de la Seguridad Social

Luciana Chanampa Blanco analiza las adicciones a drogas y alcohol en el marco laboral, la normativa existente, tanto a nivel internacional como leyes nacionales, convenios colectivos de trabajo que lo traten, planes de acción gubernamentales y jurisprudencia nacional, a los fines de concluir cuál debiera ser la conducta a adoptar por el empleador ante una situación de adicción por parte del trabajador.

I – Introducción

La Real Academia Española define la adicción como “dependencia del consumo de alguna sustancia o de la práctica de una actividad”. Ahora bien, al acudir a la Organización Mundial de la Salud (OMS) podemos encontrar que define la adicción como “una enfermedad física y psicoemocional que crea una dependencia o necesidad hacia una sustancia, actividad o relación. Se caracteriza por un conjunto de signos y síntomas, en los que se involucran factores biológicos, genéticos, psicológicos y sociales. Es una enfermedad progresiva y fatal, caracterizada por episodios continuos de descontrol, distorsiones del pensamiento y negación ante la enfermedad. La adicción es una enfermedad crónica y recurrente que se caracteriza por la búsqueda y el consumo compulsivo de drogas, a pesar de sus consecuencias nocivas. Se considera una enfermedad que afecta al cerebro porque las drogas modifican su estructura y funcionamiento afectando al sistema de gratificación. Ciertos hábitos de conducta aparentemente inofensivos también pueden convertirse en adictivos e interferir gravemente en la vida cotidiana (familiar, laboral, social). Estas adicciones comportamentales conllevan los componentes fundamentales de los trastornos adictivos, como son la falta de control y la dependencia”.

Por lo tanto, la adicción debe ser tratada, como bien lo identifica la OMS, como una enfermedad, tanto física como psicoemocional. Seguidamente, la OMS detalla que es considerada una enfermedad ya que afecta al cerebro, modificando su estructura y funcionamiento normal y habitual. Por último, la OMS determina que algunos hábitos de conducta consecuencia de esta adicción pueden interferir en la vida cotidiana de la persona afectada.

La drogadicción y el alcoholismo son un problema vigente, que se encuentra en la agenda política no solo de los Estados locales, sino a nivel mundial.

Particularmente en Argentina, la Encuesta Nacional sobre Prevalencias de Consumo de Sustancias Psicoactivas (ENPRECoSP) relevó la población del país entre 16 y 65 años, poniendo de manifiesto el creciente consumo de alcohol, psicofármacos sin prescripción médica, marihuana, cocaína, los efectos del paco, el consumo de tabaco y su incidencia en la salud del fumador activo y pasivo, entre otros datos. Los resultados mostraron que la población más afectada es aquella comprendida entre los 16 y 49 años. Esto revela que ese consumo afecta claramente a aquellas personas que se encuentran en la etapa productiva de la vida, por lo que el ámbito laboral resulta impactado de manera fundamental en la problemática.

A raíz del tratamiento que se le ha otorgado al tema, ya no se lo califica como un asunto tabú, sino como una enfermedad que afecta a la salud mental de la persona, por lo que se le otorga su debido tratamiento como tal.

A fines de impartir algunos conceptos básicos, la Organización Internacional del Trabajo (OIT), define el “uso nocivo” como “modalidad de empleo de sustancias psicoactivas que provoca daños en la salud. Los daños pueden ser físicos (como por ejemplo hepatitis provocada por una inyección de droga) o mentales (como por ejemplo episodios depresivos relacionados con un consumo excesivo de alcohol). El uso nocivo suele tener consecuencias sociales negativas, aunque no es siempre es el caso; estas no bastan para diagnosticar un uso nocivo”.

Seguidamente, determina que el término “problemas relacionados con el alcohol y las drogas” “puede aplicarse a cualquiera de las consecuencias negativas del consumo de alcohol o de drogas. El término ‘relacionados’ no implica necesariamente causalidad. El término puede emplearse tanto para el caso de un solo consumidor como a nivel de la sociedad en su conjunto. Puede abarcar tanto el abuso como la dependencia, pero también se refiere a otros problemas”.

En este mismo orden de ideas, la legislación argentina (L. 26934) entiende al consumo problemático como “aquellos consumos que -mediando o sin mediar sustancia alguna- afectan negativamente, en forma crónica, la salud física o psíquica del sujeto, y/o las relaciones sociales. Los consumos problemáticos pueden manifestarse como adicciones o abusos al alcohol, tabaco, drogas psicotrópicas -legales o ilegales- o producidos por ciertas conductas compulsivas de los sujetos hacia el juego, las nuevas tecnologías, la alimentación, las compras o cualquier otro consumo que sea diagnosticado compulsivo por un profesional de la salud”.

Así, en el presente trabajo se tratará la adicción a las drogas y el alcohol, y esta enfermedad, que debe ser tratada como tal, en la relación del trabajo, cuando quien se ve afectado por esta adicción es la persona del trabajador.

Además:

II - Organización Mundial de la Salud

III - Organización Internacional del Trabajo

IV - Legislación nacional

V - Convenios Colectivos de Trabajo

VI – Jurisprudencia

VII - Conclusiones

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