El autor, al referirse a qué entendemos por inteligencia artificial, nos señala que, tal como sucede habitualmente, utilizamos términos cotidianamente sin reparar en su significado real: no solamente cómo es empleado por nosotros, sino en condiciones comunicacionales globales (es decir, si una palabra representa un concepto compartido o se entiende globalmente su alcance).

Con la salvedad expresada en el copete de presentación, conceptualmente estaríamos refiriéndonos a una facultad de la mente humana que nos permite aprender, entender, razonar, adoptar decisiones y llegar a la formación de ideas determinadas acerca de la realidad que nos rodea, en el momento que se realiza la observación.

Normalmente cuando nos referimos a la inteligencia nos viene únicamente a la mente cierta capacidad humana, incluso hasta tradicionalmente mensurable en cuanto a su potencial y utilizable para ponderar diversos alcances de la inteligencia individual.

Al abocarnos a profundizar en este concepto original y establecer parámetros de comparación entre personas inteligentes, las investigaciones nos llevaron a descubrir que existen diferentes tipos de inteligencia, desde la inteligencia “genial” concepto que desarrollara Michael J. Gelb inspirado en la vida y obra de Leonardo da Vinci (Inteligencia Genial – Editorial Norma, Buenos Aires – 1999), pasando por matices como la denominada Inteligencia Musical que cita José Ingenieros en 1925 en su libro “El lenguaje musical” llegando a la Inteligencia emocional concepto desarrollado in extenso por Daniel Goleman, según quien a la hora de adoptar decisiones el componente emocional de las personas tiene mucha más importancia que el coeficiente racional. Obviamente no se agota en lo expresado la posibilidad de “analizar” la inteligencia y descubrir nuevos aspectos, pero siempre referidos a la capacidad humana.

Nuestro colega y amigo Oscar Malfitano Cayuela se extiende al respecto y nos ayuda en el tema hablando de “inteligencia exitosa o práctica “fundada en Robert Steirnberg, otra inteligencia “analítica”, una “creativa”, otra “práctica” (Oscar Malfitano Cayuela: “Recreando empresas21”, Alta Gerencia, Buenos Aires, 2004).

Hay también otras teorías como la genética (David Hay) la intelectual o de la cognición que se asemeja más al concepto común (Mike Anderson) la inteligencia aprendida (David Perkins) o la orientada a la actividad comercial, (inteligencia competitiva de Ricardo Riccardi).

Lo expuesto aparentemente comprende los distintos aspectos que componen todo cuanto conocemos como componentes de la inteligencia humana desde que el hombre comenzara a analizar sus facultades que distinguen al hombre del resto del reino animal.

Somos conscientes que nuestros trabajos apuntan a un universo económico o comercial simultáneamente con uno profesional o académico Estos conceptos introductorios nos llevan inevitablemente a asociar la inteligencia al comportamiento humano.

Una cosa es la fuente, el origen y otra el resultado o efecto resultante, el comportamiento. El hombre se comporta en todas sus actividades de acuerdo a su razonamiento, como lo manda su inteligencia, cualquiera sea la característica dominante de acuerdo a la sinopsis anterior.

Podemos en este estadio desarrollar conceptos derivados, tales como que específicamente la inteligencia humana en su acepción clásica consistiría en el desarrollo cognitivo de nosotros, los hombres, en función de la solución de nuevos problemas o circunstancias originales, consistente en su esencia en un grado de desarrollo de los procesos lógicos de análisis, síntesis y eventual generalización.

Sin duda la inteligencia debe ser evidenciada en un accionar dado, sea una actividad productiva, académica, social, política, etc. en que el proceso global incluye las etapas señaladas como una secuencia “inteligente” y cuya conclusión en muchos casos (generalización) conduce a nuevos procedimientos, teorías, técnicas, etc. de acuerdo al ámbito en que se muestre la acción inteligente llevada a cabo o expuesta en una acción determinada.

La denominación inteligencia como hemos visto hasta el momento, en su uso más común consiste, en resumen de las capacidades más notorias del hombre en sus procesos racionales tales como la velocidad de elaboración, la comprensión verbal, la agilidad lógica matemática, y la adhesión del pensamiento deductivo a la capacidad de memoria y a pensar de forma abstracta.

El siglo XXI trajo consigo una eclosión de circunstancias que venían madurando hacia fines de los 90´s y que se traducían en la incorporación masiva de la cibernética, gran desarrollo de la informática y de las tecnologías asociadas, como la robótica; en resumen nos trajo una ampliación de la mente y una avidez extrema por avanzar en el desarrollo de las tecnologías y entre las mismas tenemos por un lado todo lo relativo a la informática y la rapidez consecuente en compartir y hasta mejorar desarrollos sin un contacto personal concreto y específico.

El haber convivido por otra parte con una epidemia mundial de las características del COVID nos impuso la necesidad de trabajar y capacitarnos de otra forma y acelerar la adopción de las relaciones interpersonales en forma virtual, hasta especialmente en el campo docente y académico, de modo que las formas de relación cambiaron y se aceleraron al mismo tiempo que posibilitaron el desarrollo de nuevos procedimientos y elaboración de otras plataformas virtuales que hicieron no solo posible sino mucho más productivo el uso de los mismos.

La adaptación de los conceptos anteriores a la concepción actual requiere que la mente humana se adapte no solo a sus requerimientos de entendimiento sino además a las concepción de que sería posible que el hombre desarrollara una serie de procesos que le permitiera procesar acciones sin la intervención directa mecánica de hombres en el proceso, sino que sería posible la actuación cibernética eliminando la intervención de humanos merced al gran desarrollo de la robótica.

La conjunción de los aspectos indicados y el desarrollo de la personalidad de los milennials y su influencia incorporando nuevas teorías comunicacionales y hasta “enriqueciendo” los lenguajes, potenciando el impacto de la virtualidad pronto llevó a considerar seriamente la posibilidad de que la conjunción de descubrimientos y desarrollos tecnológicos llevara a muchos innovadores a considerar seriamente el desarrollo de formas de inteligencia artificial.

La inteligencia artificial aparece entonces en nuestros días como una consecuencia de la llamada Cuarta Revolución Industrial incorporando llevado por los técnicos más jóvenes y emprendedores a desarrollar un nuevo lenguaje como blockchain, domótica, biotecnología, nanotecnología, robótica, etc. convirtiéndolo en uso cotidiano, sobre todo por parte de los jóvenes fanáticos de atender los llamados de la generación milennial.

En realidad sintéticamente se trataría de imitar la inteligencia humana a través del uso de robótica y softwares informáticos asignando a las máquinas robotizadas la capacidad de razonar por su propia cuenta, adoptando decisiones predeterminadas “racionales” al enfrentar situaciones previstas.

Obviamente inteligencia artificial no es lo mismo que software. Una máquina no piensa (hasta donde conocemos) sino que hace exactamente lo que los humanos le ordenan que debe hacer en cada circunstancia prevista.

La Inteligencia Artificial permite automatizar procesos que normalmente se realizan de manera manual posibilitando una mayor eficiencia de los procedimientos de manera confiable y sin provocar stress o fatiga en las personas y eliminando la posibilidad de errores debido al cansancio, la repetición, la falta de atención, factores que afectan a los trabajadores humanos sobre todo en tareas repetitivas.

Uno de los logros más importantes del desarrollo de las inteligencias artificiales (si, ya se trata de separar en varias formas el concepto que aún se encuentra en crecimiento) es precisamente la automatización.

Como decimos en el párrafo anterior ya existe una forma particular denominada Artificial Narrow Intelligence (ANI) más inflexible ya que se concentra en un trabajo único donde emplea toda su capacidad. Se trata de un modelo con carácter reactivo y memoria limitada; obviamente no es capaz de reproducir el comportamiento humano, sino que lo simula.

El uso de este tipo es común en funciones como reconocimiento facial, el filtrado de spams en correos electrónicos y actualmente en el desarrollo de sistemas de vehículos autónomos.

Otra forma particular es la denominada Inteligencia Artificial General, que podría llegar a “aprender” y en función de ello replicar actitudes (previstas) para resolver diferentes cuestiones, lo que las convierte en los modelos más versátiles. Tiene la posibilidad de la adaptación a distintos escenarios lo que la acerca bastante a la mente humana y por ello es considerada una forma más profunda que la anterior lo que permite moldear el servicio de una empresa de acuerdo a las necesidades más comunes de quien la utiliza.

Quienes son adeptos a estas formas afirman que se trata de un sistema capaz de estudiar y comprender a los humanos y trabajar de manera precisa con las interacciones y los comportamientos de los usuarios.

En tercer lugar existe también la Superinteligencia Artificial (ASI) considerada la más poderosa porque sería capaz de tornarse consciente y autónoma. Es decir en lugar de replicar comportamiento9s humanos se la considera susceptible de superar esa capacidad y pensar mejor y ser más hábil que los humanos. Es en esta forma de IA en que se basan el cine y las series en que a las utilidades señaladas les agregan “voluntad propia” cosa a la que afortunadamente aún los técnicos no han llegado.

No hay duda que en el proceso de mejoramiento de las ASI podrán obtenerse máquinas que sean mejores atletas, posiblemente artistas y hasta técnicos y eventualmente ciertos profesionales (pero los científicos que las desarrollan y mejoran siempre estarán un escalón más arriba).

Así las máquinas (no dejan de serlo) reactivas son las más simples y antiguas dentro del campo de la IA. Al respecto podemos recordar que ya en la década de los 90´s había ensayos promisorios y un sistema de este tipo en 1997 venció al campeón mundial de ajedrez Gary Kasparov (se trataba de una creación de IBM denominada Deep Blue, en definitiva se trataba de una computadora poderosa).

Las máquinas de memoria limitada completamente reactivas se configuran creando pequeñas bases de datos partiendo de su historial de interacciones y hoy se utilizan como asistentes virtuales, procesos de reconocimiento facial, chatboxes, etc.

Luego de la evolución señalada debemos remarcar que en los tiempos recientes se viene trabajando en un tipo de IA que responde al concepto de Teoría de la Mente y parece haberse convertido en uno de los modelos más innovadores ya que trata precisamente de las emociones, necesidades y procesos de reflexión que caracterizan la mente humana, Obviamente se trata de algo en evolución aunque potencialmente parece ser uno de los modelos más destacados.

Como proyección también y como idea guía parte del supuesto que en el futuro las máquinas serán conscientes de sí mismas.

Suponen que esa IA pueda llegar a comprender todas las emociones, desarrollar las suyas propias y comprender qué ocurre con quienes interactúen con ellas; aún queda mucho por hacer pero la autoconciencia es al menos una idea clara dentro del universo de la Inteligencia Artificial.

Hemos intentado esbozar un esquema de cómo se encuentra hoy el tema. Sin duda la imaginación es mucho más poderosa y adelanta respecto de la realidad ya que esta nos permite que las máquinas hoy actúen como seres humanos, lo que implica una gran utilidad en el campo de la robótica especialmente.

Igualmente trabajar sobre estas ideas ha resultado de gran utilidad en campos diversos de la economía, especialmente en el marketing.

Sin duda se ha abierto un nuevo camino para desarrollar nuevos tipos de inteligencia artificial dada la relación existente entre esta y la innovación en las empresas.

Trabajar sobre la idea permite usar la capacidad de las máquinas para usar algoritmos, aprender de los datos y usar lo aprendido en la adopción de decisiones como lo haría un ser humano.

Ciertamente el futuro es promisorio. Y nos hace sentir ignorantes cuando comprobamos que en 1956 John McCarthy inventó la expresión y la definió como la “ciencia e ingenio de hacer máquinas inteligentes, especialmente programas de computación inteligentes” pero hace más de cien años ya algunos precursores preveían que el razonamiento podría ser realizado de modo artificial e incluso hubo ideas de lo que hoy llamamos software por no hacer hincapié en los trabajos que ya en 1936 Alan Turing realizara con su “máquina universal” demostrando que era posible con un dispositivo físico implementar cualquier cómputo formalmente definido, y que con gran visión afirmó que “existirá Inteligencia Artificial cuando no seamos capaces de distinguir en un ser humano y un programa de computadora en una conversación a ciegas”.

La inteligencia artificial hoy