I - INTRODUCCIÓN

El caso Lucio Dupuy es uno de los más trágicos y conmovedores que ha sacudido a la sociedad argentina en los últimos años. Se trata del asesinato de un niño de cinco años a manos de su madre y su pareja, quienes lo sometieron a un calvario de golpes, quemaduras, mordeduras y abusos sexuales. El crimen reveló las fallas del sistema judicial, sanitario y social para proteger a los niños y niñas (en adelante, NNA) víctimas de violencia familiar.

En esta breve reflexión, no hemos de ahondar conceptos técnicos ni petulantes construcciones doctrinarias.

Pues todo ello de nada ha servido para evitar una muerte que pudo y debió evitarse.

Aunque Lucio tuvo que inasistir al jardín al que concurría dado que su progenitora biológica y su madre afín propiciaron dichas faltas para esconder las lesiones que le irrogaron, igualmente nos legó a los adultos algunas enseñanzas que -pareciera ser- aún no hemos aprehendido.

Detrás de un niño como Lucio seguramente existen muchos otros, silenciados por el miedo, la vulnerabilidad, la cosificación y la indefensión aprehendida, todo lo cual amerita esta breve reflexión.

II - POR QUÉ LO ABANDONAMOS. CUÁLES SON LAS LECCIONES QUE NOS DEJÓ

A Lucio lo abandonamos.

Su sociedad -que también es la nuestra- lo abandonó.

Ya sabemos que trata del asesinato de un niño de cinco años a manos de su progenitora biológica y afín (María E. Valenti y Abigail Pérez, respectivamente), quienes lo sometieron a un calvario de golpes, quemaduras, mordeduras y abusos sexuales.

En pocas palabras, Lucio fue torturado y sometido a un verdadero vía crucis por parte de quienes se supone que debían cuidarlo, contenerlo y darle amor.

El crimen reveló las fallas del sistema judicial, policial, sanitario, social y educativo para proteger a los NNA víctimas de violencia familiar.

1. La primera lección

El caso reveló -como primera mirada- la necesidad de fortalecer los mecanismos de detección temprana e intervención oportuna ante situaciones de riesgo para los NNA.

Según se desprende de la cronología de los hechos, Lucio fue llevado a urgencias en cinco ocasiones entre diciembre de 2020 y marzo de 2021 por distintas lesiones, pero ninguna de ellas fue denunciada ni investigada por las autoridades competentes.

Asimismo, según se ventiló ante el respectivo Tribunal de Juicio, su historia clínica reveló faltantes de ciertos eventos que habrían sido consignados originariamente.

Ello importa -en mi modesto entender- la intención de esconder la falta de perspicacia, desidia y hasta ignorancia en la aplicación de los protocolos y mecanismos de detección y actuación ante la niñez en riesgo por parte del personal de salud que le tocara actuar ante el infante.

Estamos seguros de que en cada una de esas intervenciones el niño esperó la ayuda de quienes lo atendieran. Que alguien dijera lo que él no podía decir porque su progenitora le había inculcado ya su discurso, “él ya sabe lo que tiene que decir”, decía.

Pese a dicha implantación discursiva, su cuerpo hablaba. Y nadie lo escuchó.

Y además:

III - HIPERVULNERABLES E INDEFENSIÓN APREHENDIDA

IV - ¿PERO… POR QUÉ NO FUE ESCUCHADO?

V - LA LEY LUCIO. LUCES Y SOMBRAS

VI - CONCLUSIONES

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