Por: Richard Amaro Gómez

En momentos de catástrofes naturales y pese a los difíciles momentos por los cuales ha atravesado, la República Argentina ha reflejado ser uno de los más solidarios. Desde niños, adolescentes, jóvenes, adultos y ancianos, ha quedado evidenciado ese sentimiento personal de ayudar al prójimo, incluyendo a empresas, asociaciones, fundaciones, cooperativas, etc.; plasmando como valor humano el contribuir mediante donaciones con el patrimonio de los afectados.

En este contexto, se debe recordar que Código Civil y Comercial de la Nación define en el artículo 1542 que habrá donación cuando una parte se obliga a transferir gratuitamente una cosa a otra, y ésta lo acepta. Debiendo ser, por otra parte, la aceptación expresa o tácita (artículo 1535 CCCN).

En cuanto a su naturaleza jurídica es contractual, dado que constituye un contrato entendiendo por tal “(…) el acto jurídico mediante el cual dos o más partes manifiestan su consentimiento para crear, regular, modificar, transferir o extinguir relaciones jurídicas patrimoniales” (art. 957 CCCN).

Asimismo, como contrato tiene como características más salientes que es gratuito (dado que no hay contraprestación para quien efectúa la donación) y unilateral (dado que del mismo sólo el donante se obliga para con el donatario).

En este marco, quién recibe una concesión está obteniendo un incremento patrimonial que se justifica en el acto jurídico mismo del hecho, constituyendo una ganancia, más allá que quién reciba la misma, un individuo o una empresa.

Desde este enfoque, se trae a la memoria que en general y para un sujeto empresa aplica en el impuesto a las ganancias la teoría del balance a fin de determinar el concepto de renta sujeta al gravamen, en virtud de la cual la misma compañía es la fuente de los réditos. Lo expuesto implica que todo rendimiento, renta, beneficio o enriquecimiento que cumplan o no las condiciones habitualidad, permanencia y/o habilitación de la fuente, se encuentran gravados a menos que exista una exención expresa.

A dicha teoría se la suele calificar como “fría”, dado que lleva a que cualquier renta y sin perjuicio de su naturaleza jurídica quede alcanzada por el tributo de marras. Sin embargo, siempre hay excepciones a la regla dada por las exenciones. Al respecto, la ley de esta carga impositiva exime por el artículo 26 inciso “s” a: “las donaciones, herencias, legados y los beneficios alcanzados por la ley de impuesto a los premios de determinados juegos y concursos deportivos”.

En este sentido, si se tratara de una persona física la cual recibe la dádiva en su patrimonio personal no cabría duda que no sería una renta gravada, por no estar tipificada en ninguna categoría y por no cumplir con la teoría de la fuente o del rédito producto (periodicidad, permanencia y habilitación). Diferente es el caso cuando se está ante un sujeto empresa y donde lo que se ve incidido es el patrimonio empresarial, ya que aquí la renta entra por teoría del balance, no obstante, gozaría de la exención antes señalada. Lo que se quiere transmitir es que la exención de marras está dirigida básicamente a las donaciones a sujetos empresas, ya que si se tratará de una persona física no sujeto empresa no tendría sentido una exención, dado que la donación no está gravada en este último caso.

Adicionalmente, en relación a las donaciones recibidas por sujetos empresas y de acuerdo a Raimondi/Atchabahian “(…) la exención contemplada por este inc. u beneficia principalmente a los SUJETOS EMPRESA (sociedades, asociaciones, fundaciones), pues para ellos adquiere el carácter de ganancia gravable todo tipo de enriquecimiento, sea él a título gratuito u oneroso”.

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