Por: Andrea Mulet

Abogada. Magíster en Familia y Pareja

I - Introducción

Venimos advirtiendo cómo el Estado asume un rol de patronato -paternalista- bajo la premisa del Interés Superior del Niño. En ese sentido, la figura del abogado del niño vino a colaborar -en la realidad- con el proceso de transición real hacia un nuevo paradigma de la niñez, donde el profesional refleja los intereses del menor, diferentes de la representación ejercida por el Ministerio Público de Menores.

El caso que nos convoca, en autos 'F. M. T. y C. G. H. s/INF. ART. 120, INC. 6) CC (DAM.: C. L.) - JUZG. CONTRAV. LA PAMPA - 6/6/2024', es un claro ejemplo de lo manifestado. Un niño que reside en el país, pero que no asiste a un establecimiento educativo en la Argentina por decisión conjunta de ambos padres, inscripto como alumno regular en una institución educativa del exterior. ¿Llegar a responsabilizarlos por la posible comisión de delitos? El Estado interpreta lo mejor para el niño: la escuela. En definitiva, es el Estado mismo -sea en su forma pública o privada- quien se erige como única opción para la educación.

No nos detendremos aquí a analizar los argumentos sobre la falta de socialización de los niños desescolarizados, pues basta con interdisciplinar un poco para advertir su falacia, sino que propondremos analizar el caso desde una mirada que excederá lo jurídico (como todo conocimiento científico).

II - La crisis del patriarcado y la realidad de los nuevos vínculos

Ya hace muchísimos años, décadas diríamos, que los pensadores contemporáneos reflexionan y exponen sobre el fin del patriarcado. En el derecho esto se ha visualizado mediante la suscripción por parte de nuestro país de diversos tratados internacionales que establecen nuevos paradigmas, como en materia de niñez, salud mental, adultos mayores, personas en condiciones de vulnerabilidad, perspectiva de género, etcétera.

Todos ellos, como categorías socio-jurídicas que obligan al juez a considerarlas y aplicarlas a los casos concretos sometidos a su consideración. El fin del patriarcado significa, en ese sentido, la culminación de una visión unidireccional donde el Estado monopoliza la construcción de subjetividad social, interviniendo para proteger y amparar desde una díada binaria superioridad-inferioridad.

Para citar algunos pensadores destacadísimos que se dedicaron al tema podemos mencionar a Castoriadis y la crisis del proceso identificatorio, quien contribuyó a develar cómo los cambios sociales surgen por la ruptura de lo instituido a partir de la fuerza creadora de lo instituyente, cuando el hombre no encuentra el sentido de vivir dentro de la sociedad (como sujetos pasivos y conformistas), introduciendo entonces modificaciones en su proyecto identificatorio.

También podríamos compartir las ideas del filósofo Enrique Dussel y la crisis de la civilización occidental. Este último refiere al “mito de la modernidad”, como aquel que autodefine la propia cultura como superior y más desarrollada, frente a la bárbara y además culpable de su propia inmadurez. A través de este pensamiento cuestionado, se rechaza lo diferente, lo novedoso, lo múltiple y se defiende la lógica binaria propia del pensamiento occidental: sujeto/objeto, civilización/barbarie. De esta manera -dice el autor- queda justificada la violencia y la dominación que se ejerce sobre el otro, al que se lo debe civilizar como un costo necesario de la modernización.

No podríamos dejar de mencionar a Deleuze y Guattari y sus desarrollos sobre la lógica de la multiplicidad como producción rizomática que -a diferencia del modelo árbol/raíz- se despliega como rencilla, bulbo o tubérculo: liga elementos heterogéneos en líneas múltiples que se pliegan en planos virtuales, desplazándose al infinito.

Desconocer la importancia y gravitación de este pensamiento contemporáneo, implica aislarse del rumbo que adoptan las ciencias en general y las sociales en particular.

Un punto de partida válido para el análisis de la sentencia podría ser profundizar en la crisis de las instituciones, sea la escuela, sea la familia, y demás. Ello se relaciona con la conocida crisis del patriarcado y con una concepción de las instituciones disciplinarias que monopolizan la constitución de subjetividad, singular y social.

Asimismo, pensar en las familias hoy es pensar en la constitución de nuevas subjetividades. Es pensar en otras formas de vincularse, novedosas, inciertas, sin precedentes. Desarrollaremos este asunto en las siguientes líneas. Los desafíos que las nuevas y otras configuraciones familiares plantean en el área jurídica y también en el área “psi”, ha llevado a los profesionales (especialmente a los psicoanalistas) a inaugurar nuevas lecturas sobre la temática.

Y además:

III- Apreciaciones sobre el caso planteado. Las familias hoy

Esta doctrina fue publicada en Temas de Derecho de Familia, Sucesiones y Bioética, exclusivo para suscriptores de Erreius

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