El Tribunal de Apelaciones del Circuito de Columbia (Estados Unidos) rechazó una demanda que solicitaba la protección de derechos de autor para obras generadas por Inteligencia Artificial (IA), sin un autor humano.

Para los magistrados, la decisión de la Oficina de Derechos de Autor, que había rechazado otorgarle la protección legal a la obra, era correcta porque, para ello, debe haber un trabajo (aunque sea parcialmente) realizado por un ser humano.

La creación de una obra por IA y su protección legal

En este caso, un ingeniero informático se atribuyó la autoría de una obra de arte al funcionamiento de un software. Stephen Thaler creó una inteligencia artificial generativa llamada la 'Creativity Machine', con la que creó una imagen titulada 'Una Entrada Reciente al Paraíso'.

Luego, presentó una solicitud de registro de derechos de autor ante la Oficina de Derechos de Autor de Estados Unidos. En la solicitud, el actor mencionó a Creativity Machine como la única autora de la obra y a sí mismo como el único propietario de la misma.

La Oficina denegó la solicitud, por primera vez, en agosto de 2019 basándose en la falta del requisito de autoría humana. Las leyes estadounidenses exigen que la obra sea creada en primera instancia por un ser humano para ser elegible para el registro de derechos de autor.

“Según su solicitud, esta obra fue ‘creada de forma autónoma por una máquina’”, indicó la oficina, al explicar los motivos del rechazo. Además, citó un fallo de 1884 de la Corte Suprema de aquel país, que encontró que el Congreso tenía el derecho de extender la protección de los derechos de autor a una fotografía, en ese caso una tomada del autor Oscar Wilde.

Posteriormente, la oficina rechazó dos solicitudes de Thaler para reconsiderar su decisión. El actor demandó a la oficina buscando revertir la decisión.

En agosto de 2023, la jueza del Tribunal de Distrito Beryl Howell falló a favor de la Oficina, ya que, desde su punto de vista, “los demandados tienen razón en que la autoría humana es una parte esencial de una reclamación válida de derechos de autor”.

Luego, Thaler apeló la decisión ante el Tribunal de Apelaciones del Circuito de DC.

La decisión del Tribunal de Apelaciones

El tribunal -integrado por Patricia Millet, Robert L. Wilkins y Judith W. Rogers- señaló que la Oficina de Derechos de Autor “ha permitido el registro de obras realizadas por autores humanos que utilizan inteligencia artificial”.

“Este caso presenta una pregunta que se ha vuelto relevante debido a los recientes avances en inteligencia artificial: ¿puede una máquina no humana ser autor bajo la Ley de Derechos de Autor de 1976?”, comenzaron señalando los jueces
“¿Quién -o qué- es el ‘autor’ de dicha obra es una pregunta que implica importantes derechos de propiedad que sustentan el crecimiento y la innovación creativa?”, agregaron.

“La Ley de Derechos de Autor de 1976 exige que toda obra elegible sea creada, en primera instancia, por un ser humano. Dada esta decisión, no es necesario abordar el argumento de la Oficina de Derechos de Autor de que la propia Constitución exige la autoría humana de todo material protegido por derechos de autor. Tampoco abordamos el argumento del Dr. Thaler de que es el autor de la obra por haber creado y utilizado Creativity Machine, ya que dicho argumento fue rechazado ante la agencia”, remarcaron.

El derecho de autor otorga protección de propiedad intelectual a las obras originales, dando a sus propietarios derechos exclusivos para reproducirlas, venderlas, alquilarlas y exhibirlas.

“Los autores están en el centro de la Ley de Derechos de Autor” y que “las herramientas tradicionales de interpretación estatutaria muestran que, dentro del significado de la Ley de Derechos de Autor, ‘autor’ se refiere únicamente a seres humanos”, agregó el tribunal.

Los magistrados también sostuvieron que “el lenguaje de la ley impone la autoría humana, ya que limita la duración de los derechos de autor a la vida del autor o a un período aproximado a la vida de un ser humano. Cuando la ley habla de máquinas, el contexto indica además que las máquinas son herramientas y mecanismos para asistir a los autores, más que autores en sí mismos'.

El Congreso especificó que los autores son inmediatamente propietarios de sus derechos de autor, por lo que una entidad que no puede poseer propiedad no puede ser autor bajo el estatuto, agregaron.

“Todas estas disposiciones legales identifican colectivamente al 'autor' como un ser humano. Las máquinas no tienen propiedades, ni la esperanza de vida humana tradicional, ni familiares, ni domicilios, ni nacionalidades, ni mentes reales, ni firmas”, escribió Millet.

Cómo sigue el caso

Creativity Machine creó la pintura “por sí sola” en 2012. Thaler la incluyó como la única “autora” de la obra cuando presentó una solicitud de registro a la Oficina de Derechos de Autor en 2018.

“La máquina aprendió de forma acumulativa, y yo era el padre y básicamente la estaba tutorizando”, dijo Thaler, en declaraciones a la prensa. “En realidad, generó [la pintura] por sí sola mientras yo mediaba”, añadió.

El actor explicó que solicitará al Tribunal de Apelaciones del Circuito que reconsidere el caso. Si la apelación no prospera, podría acudir a la Corte Suprema de Estados Unidos para que considere el asunto.

Desde su punto de vista, si se mantiene la decisión, este fallo “podría crear o reforzar la percepción en las industrias creativas de que las contribuciones de la IA al trabajo se pueden copiar libremente”.

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