El crédito fiscal en las políticas de RRHH

Rememoremos que la visión de las organizaciones empresariales ha enfrentado cambios radicales desde sus inicios, desde la teoría clásica con su perspectiva mecanicista del hombre de Taylor y Fayol hasta las visiones modernas tal como la teoría humanista; ponen de relieve un claro desarrollo en la forma de administrar una compañía en lo relativo a sus personas. Lo indicado también ha afectado a la administración de uno de los factores de la producción: el humano. Incluso, esto se puede ver claramente en la modificación del concepto de administración de personal a recursos humanos.

En este marco, muchas de las administraciones de las organizaciones empresariales del presente siglo han puesto el énfasis en este recurso crucial para el éxito de las mismas, sabiendo a priori que este factor está incidido por múltiples variables internas y externas muy difíciles de controlar en la práctica. En razón de ello, hoy se piensa en una administración empresarial mucho más humana, a diferencia de lo que sucedía en siglos pasados.

A estos fines no debemos olvidar la famosa pirámide de Maslow donde expuso en una jerarquía los factores que motivan o incentivan al ser humano a la hora de realizar un trabajo eficiente y eficaz:

Por lo tanto, las necesidades fisiológicas o básicas que están en la base de la pirámide y que son las elementales, motivan o incentivan a todo trabajador. Es por eso, que muchas organizaciones han establecido como política de recursos humanos la provisión de frutas, snack y similares gratuitamente para los empleados durante el horario del trabajo, a fin de mejorar el ambiente laboral en aras de obtener mejores resultados empresariales.

En lo concerniente al impuesto el valor agregado, el principio rector para el cómputo del crédito fiscal es que el mismo surja en el marco de operaciones gravadas por el tributo. Es decir, que las compras, locaciones, prestaciones de servicios y obras que originan crédito fiscal, serán computables siempre que tengan vinculación o relación con actividades alcanzadas por el gravamen. En este contexto, no cabe duda que los gastos descritos en este trabajo y que originan crédito fiscal serán computables en el marco del tributo, por cuánto conciernen a la administración de recursos humanos para el alcance del éxito organizacional.

La limitación del crédito fiscal en la indumentaria

En el mundo de los negocios la imagen personal es un factor importante a la hora de entablar relaciones interpersonales con vistas a generar relaciones comerciales. Y una de las variables que sin lugar a dudas hace a la imagen personal es la vestimenta o indumentaria. De ahí, que muchos empresarios y profesionales inviertan año a año sumas significativas en ropa elegante y adecuada para la ocasión de los negocios, ya que esta cuestión no es menor.

Más allá de lo indicado, con este tipo de gastos comienza a aparecer la línea delgada entre gasto personal y gasto empresarial. No obstante, lo cierto es que el ejercicio de una actividad empresarial que requiere tratar con clientes demanda buena presencia y, con ello, el gasto de vestimenta. Tal vez si estuviéramos hablando de ropa especializada para el trabajo, como lo son los botines para la industria, no cabría duda de su conexión con la actividad gravada, pero cuando hablamos de otra ropa como son los trajes, puede aparecer cierta duda al respecto. No obstante, creemos que si realmente hay una afectación a la actividad gravada, y más allá de que ella en principio se está desarrollando desde la casa repercutiendo en el exterior, se trata de un gasto empresarial.

En el marco del impuesto al valor agregado, toda adquisición relacionada con la actividad generadora de ingresos gravados produce el derecho al cómputo del crédito fiscal, sin perjuicio de su naturaleza. Sin embargo, el art. 12 de la ley del impuesto esgrimió una serie de presunciones iuris et de iure (que no admite prueba en contrario) relativa a la adquisición de indumentaria que no sea ropa de trabajo.

En este sentido, la parte pertinente del art. 12 de la ley del impuesto en su punto 4 regla que no se consideran vinculadas a la actividad gravada: “las compras e importaciones definitivas de indumentaria que no sea ropa de trabajo y cualquier otro elemento vinculado a la indumentaria y al equipamiento del trabajador para uso exclusivo en el lugar de trabajo”

Asimismo, la parte pertinente del art. 52 del decreto reglamentario agrega que la restricción no será de aplicación “(…) cuando la indumentaria y accesorios comprendidos en el mismo, tengan para el adquirente o importador el carácter de bienes de cambio, o por sus características sean de utilización exclusiva en los lugares de trabajo (guardapolvos, camisas con logos, guantes, máscaras, botas, etc.), excluidos, en este último caso, aquellos elementos que sirvan, sean necesarios o se destinen, indistintamente, fuera y dentro del ámbito laboral”.

Lo expuesto implica que la adquisición de indumentaria y sus accesorios no generan crédito fiscal computable, salvo que:

Se trate de indumentaria y accesorios de uso exclusivo en lugares de trabajo, o
Se trate de bienes de cambio.

Al respecto, Rubén Marchevsky señala en cuanto a la primera excepción que la misma abarca la “(…) ropa de trabajo que, por su especificidad, se vincule exclusivamente con la labor desempañada (overol, delantal, bota, guantes, sombrero, incluso camisas o ropa con logos institucionales de las empresas, etc.)”.

Y luego agrega: “visto de otra manera, entendemos que intentaba restringir el cómputo con un tipo de vestimenta habitual, que tanto podía servir o ser necesaria en el lugar de trabajo como en la vida particular del sujeto”.

Más adelante sostiene: “pensamos en profesionales o trabajadores que debían usar o elegían usar trajes, camisas, abrigos, vestidos, jeans, camperas, zapatos, etc. En estos casos, aunque el empleador que los provee o el propio que los adquiere sean responsables inscriptos frente al IVA, no podrían computar crédito alguno”.

En definitiva, tenemos:

El crédito fiscal de las tarjetas de crédito

Rememoremos, que uno de los medios modernos de pagos lo constituye la tarjeta de crédito la cual permite financiar diversos gastos en un plazo de tiempo. A diferencia de las tarjetas de débito, la tarjeta de crédito tienen como característica esencial que permite gastar hoy y pagar en el día de mañana.

En este contexto, podemos identificar tres tipos de tarjetas principalmente:

Tarjetas corporativas: las que están afectadas básicamente a financiar los gastos de un negocio empresarial o profesional.
Tarjetas personales: son las que financian gastos de índole personal del contribuyente. Es decir, gasto relacionado con su vida privada.
Tarjetas mixtas: que son las que se utilizan tanto para gastos empresariales o profesionales como así también para gastos personales.

Asimismo, es importante destacar que las tarjetas generan comisiones por parte de ente emisor de las mismas por el servicio de gestionar y financiar los pagos, servicio que incluye el respectivo débito fiscal. El débito fiscal para la entidad emisora se convierte para el titular de la tarjeta en un crédito fiscal.

Al respecto, debemos recordar que todo gasto relacionado con la actividad generadora de ingresos gravados en el impuesto al valor agregado, siempre que genere crédito fiscal el mismo resulta computable. Por lo que podemos concluir que las tarjetas corporativas al estar afectadas en un 100% a un negocio empresarial o profesional, generador de ingresos alcanzados, el crédito fiscal del resumen resulta computable a los fines de la determinación del impuesto.

No obstante, aquellas tarjetas de crédito mixtas que también generan crédito fiscal ya no podrán apropiarse en un 100%, ya que en este caso tenemos gastos de la actividad y gastos de la vida personal. Por lo que deberá realizarse una estimación del uso de la tarjeta para uno u otros fines para prorratear este crédito fiscal. Dichos en otros términos, no es que el crédito fiscal no resulta computable sino que resulta computable en una determinada proporción, la de la afectación a los pagos del negocio empresarial o profesional.

Por otra parte, debemos destacar que para estos casos no existe factura para el cómputo del respectivo crédito fiscal en su totalidad o en una determinada proporción, pero sí el resumen de la tarjeta, siendo el comprobante válido que sustenta la existencia del crédito, el cual deberá cargarse en el IVA compras como otros comprobantes.

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