El Juzgado Civil, Comercial, Minería y Sucesiones n°1 de General Roca, provincia de Río Negro, le ordenó a un taxista y a la aseguradora indemnizar a una ciclista como consecuencia de un incidente vial. Se discutió quién debía responder ya que, de acuerdo al conductor, la bicicleta circulaba entre el auto y el cordón, por lo que entendía que la conducta de la víctima del hecho fue imprudente.

En el caso “Zapata, Camila Muriel Jimena c/ Aros Sebastián Orlando y otras s/ Daños y Perjuicios (ordinario)”, la actora relató que el día 13 de enero de 2021 mientras circulaba en su bicicleta por Acceso Amadeo Bilo, de la ciudad de Allen en sentido cardinal NORTE-SUR, poco después de trasponer la calle Neuquén, el chofer de taxi que se encontraba en su rodado detenido, abrió la puerta del conductor (lado izquierdo) de forma imprevista y sin advertir su presencia.

Esa maniobra intempestiva generó que perdiera el control de su bicicleta, volara y cayera al asfalto, lo que le provocó distintas lesiones.

La pasajera desapareció rápidamente de la escena, mientras el taxista se ocupaba de asistir y de trasladar a la víctima al hospital.

Los argumentos de las partes

La actora le atribuyó la responsabilidad a la conducta desaprensiva y desatenta del taxista e invocó que se trataba de un conductor que debía actuar con mayor profesionalismo, por lo que no cumplió con las reglas de tránsito impuesta por el art. 39 de la Ley Nacional de Tránsito (LNT).

Asimismo, invocó la responsabilidad de la titular registral del vehículo al momento del hecho.

El conductor argumentó que la responsabilidad debía recaer en la ciclista, ya que ella circulaba imprudentemente entre el taxi y el cordón de la vereda al momento del incidente.

La aseguradora, en tanto, indicó que el demandado se encontraba detenido al momento de la colisión con las balizas encendidas, dado que esperaba a una pasajera que había solicitado el servicio de taxi y requería transportar también una carga en el baúl.

Remarcó que la bicicleta circulaba en el mismo sentido y que se cayó a la calzada, sin poder precisar los motivos, y sin intervención alguna del vehículo asegurado y/o su conductor. Enfatizó que el siniestro ocurrió por la imprudencia de la propia víctima ya que infringía las disposiciones de la ley de tránsito referidas a la circulación de bicicletas, citando el art 40 LNT.

Desde su punto de vista, el hecho de la damnificada incidió en la producción del daño, por lo tanto, operaba una de las causales de exclusión de responsabilidad comprendidas en el nuevo código Civil y Comercial.

El fallo y la responsabilidad objetiva

La jueza Agustina Naffa explicó que la controversia radicaba en la mecánica del hecho; mientras la actora atribuye la responsabilidad en la producción del hecho y al chofer del taxi y al titular registral; los demandados planteaban que el hecho se produjo por el hecho de la víctima.

En base a ello, entendió que correspondía resolver sobre la mecánica del accidente, la atribución de responsabilidad en el mismo y en su caso, sobre los daños reclamados.

Desde su punto de vista, resultaba aplicable la teoría del riesgo creado, interpretada a la luz del art. 1757 del CCyC.

“El riesgo creado (identificado de modo equivalente como cosa de riesgo, cosa riesgosa o peligrosa, riesgo de la cosa, e incluso actividad riesgosa) importó su aplicación a los supuestos en los que intervienen cosas, estén o no en movimiento, o sea a las cosas inertes; a las cosas con dañosidad intrínseca o extrínseca; al riesgo propio o habitual de las cosas y al extraordinario; a las actividades riesgosas con cosas y, para cierta jurisprudencia, para la actividad aún sin la intervención de cosas. En ese sentido existe coincidencia en la mayoría de la jurisprudencia del ensanchamiento de los supuestos de hecho que se juzgan con base objetiva”, explicó.

En base a ello, en el ámbito de esta responsabilidad de tipo objetiva, la jueza enfatizó que a la víctima le basta probar la existencia del hecho, la intervención de la cosa riesgosa, y la existencia del daño; mientras que el demandado deberá acreditar, en caso de pretender eximirse de responsabilidad, la responsabilidad de la actora, operando la causa ajena.

“La maniobra de apertura de la puerta del auto, sin cerciorarse previamente sobre la presencia de vehículos en la proximidad y sin advertir la circulación de la damnificada, configura una conducta ha sido determinante en la producción del daño, con adecuado nexo causal, por haber infringido la normativa de tránsito, concretamente, el art 39 de la LNT, en tanto dispone '...cualquier maniobra deben advertirla previamente y realizarla con precaución, sin crear riesgo ni afectar la fluidez del tránsito...', señaló la magistrada.

En relación al eximente planteado por las demandadas -hecho de la víctima-, 'la prueba de las mismas debe ser fehaciente e indubitable, dada la finalidad tuitiva de la norma. El sindicado como responsable, y una vez acreditado el riesgo de la cosa, debe asumir un rol procesal activo para demostrar la causa ajena y exonerarse total o parcialmente”, circunstancia que, para la jueza, no se verificaba en el caso.

El fallo concluyó que el taxista no había demostrado dicha imprudencia por parte de la víctima y que, en cambio, resultaba aplicable el régimen de responsabilidad objetiva por tratarse de un siniestro vial donde intervino un vehículo automotor.

Así, dispuso una indemnización para cubrir los daños físicos y morales sufridos por la ciclista, además de los costos del tratamiento médico y psicológico futuro. También incluyó una suma para gastos de farmacia y traslados.

La aseguradora deberá asumir el pago en los límites de la póliza vigente al momento del accidente.

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