La apertura de la sucesión de Beatriz Sarlo desató una controversia jurídica.

En 1960, ella se casó con Alberto Sato, de quien se separó en la década del 70, pero no se divorció. Sarlo no tenía hijos ni familiares cercanos que se presenten como sucesores, por lo que las personas del círculo cercano de ella creyeron que sus bienes quedarían para quien en los papeles es su viudo y que se haría un fondo con el que se cuidaran su archivo y su biblioteca y que se alojaría en el futuro el Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas (CeDInCI).

Pero el portero del edificio de Sarlo presentó un texto ológrafo -es decir, escrito a mano por la propia causante- como su última voluntad, en el que manifestaba que él se quedaría con el departamento y cuidaría de la gata de la escritora. Sin embargo, carece de firma al pie, aunque contiene su nombre completo y una fecha escrita de puño y letra.

La pregunta clave es si ese texto constituye o no un testamento válido. La discusión remite directamente al artículo 2477 del Código Civil y Comercial de la Nación, que exige que todo testamento ológrafo sea “íntegramente escrito con los caracteres propios del idioma en que es otorgado, fechado y firmado por la mano misma del testador”.

En el artículo “¿Resulta necesario realizar una pericia caligráfica cuando todos los herederos o legatarios reconocen la autenticidad del testamento y no hay controversia?”, publicado en Temas de Derecho de Familia, Sucesiones y Bioética de Erreius, Tomás Tripoli explicó que “la firma después de las disposiciones es un requisito esencial; su ausencia torna inválido el acto”.

Mientras la Justicia evalúa el caso, la situación expone los estrictos requisitos formales que rigen en la Argentina para que un acto de última voluntad sea reconocido como tal.

A continuación, revisaremos las disposiciones del Código Civil y Comercial de la Nación, las formas admitidas, los requisitos, las nulidades y el marco interpretativo que rige en materia testamentaria.

Qué es un testamento y qué tipos reconoce la ley

El Código Civil y Comercial define al testamento como “un acto jurídico unilateral, solemne, personalísimo, escrito y revocable, por el cual una persona capaz dispone de todo o parte de sus bienes para después de su muerte” (arts. 2462 y 259 CCyCo.).

Puede contener también disposiciones extrapatrimoniales, como el reconocimiento de un hijo o instrucciones sobre el sepelio.

En la Argentina existen solo dos formas legales de testamento: el ológrafo (escrito íntegramente de puño y letra por el testador) y el otorgado por acto público (ante escribano y dos testigos). Así lo establece el artículo 2473 del Código, que derogó las formas previstas en el antiguo Código velezano, como el cerrado o el militar.

En el artículo “El testamento en el Código Civil y Comercial de la Nación”, publicado en Temas de Derecho de Familia, Sucesiones y Bioética, Miriam R. Feigelman detalla que “el testamento es un acto solemne, por lo que su forma es esencial. El incumplimiento de cualquiera de los requisitos formales genera su nulidad total”.

El testamento ológrafo: ventajas, requisitos y problemas frecuentes

El testamento ológrafo, como el que habría dejado Sarlo, debe cumplir tres requisitos esenciales para ser válido según el artículo 2477 del CCyCo.:

• Estar íntegramente escrito por el testador;

• Tener fecha (que puede estar antes o después de la firma);

• Estar firmado al pie por el mismo testador.

La ausencia de cualquiera de estas condiciones puede derivar en la nulidad del testamento, salvo que existan “enunciaciones o elementos materiales que permitan establecer la fecha de una manera cierta”.

Trípoli, en el citado artículo de doctrina de Erreius, explica en el testamento ológrafo “es práctico, económico y mantiene el secreto del contenido”, pero también tiene debilidades: “puede ser destruido por herederos perjudicados o sufrir adulteraciones. Por eso, muchas veces debe comprobarse su autenticidad mediante pericia caligráfica”.

Testamento por acto público: mayor seguridad y control

El testamento por acto público se otorga mediante escritura pública ante escribano y dos testigos hábiles (art. 2479, CCyCo.). Debe leerse en presencia de todos los intervinientes, quienes deben firmar al finalizar el acto. Si el testador no puede firmar, se admite la firma a ruego, bajo estrictas condiciones (art. 2480).

Esta forma brinda mayores garantías de autenticidad y seguridad jurídica, al intervenir un escribano público y testigos. Además, es la única vía permitida para personas que no saben leer ni escribir, o que presentan limitaciones en la comunicación oral (art. 2467, inc. 5).

Nulidades y acción judicial: cuándo un testamento pierde validez

El artículo 2467 del Código establece que el testamento puede ser nulo en su totalidad o parcialmente cuando:

• Se viola una prohibición legal;

• Existen defectos de forma;

• El testador no tenía razón o capacidad al momento de otorgarlo;

• Hubo error, dolo o violencia;

• Se designa beneficiarios inhábiles o inciertos;

• Se establecen condiciones imposibles o contrarias a la ley.

La acción de nulidad puede ser interpuesta por cualquier interesado (art. 2469), a menos que haya ratificado las disposiciones testamentarias de manera expresa o tácita.

Quiénes no pueden recibir bienes por testamento

El artículo 2482 establece que son inhábiles para suceder por testamento:

• Tutores y curadores a sus pupilos;

• El escribano y los testigos del testamento en el que intervinieron;

• Ministros religiosos que asistieron al testador en su última enfermedad.

Si se intenta burlar esta prohibición mediante testaferros, se presume fraude (art. 2483).

Los bienes recibidos por estos herederos ilegítimos se consideran de mala fe.

Límites a la voluntad del testador: porción legítima y herederos forzosos

La ley protege la llamada “porción legítima” de los herederos forzosos (descendientes, ascendientes y cónyuge), que no pueden ser privados de su parte salvo casos específicos. El testador solo puede disponer libremente de la “porción disponible”.

No obstante, el artículo 2448 permite al testador mejorar a favor de un heredero con discapacidad, usando no solo la porción disponible, sino también hasta un tercio de la legítima.

Por otro lado, el artículo 2470 ordena que las disposiciones testamentarias “deben interpretarse adecuándolas a la voluntad real del causante según el contexto total del acto”. Si bien deben tomarse las palabras en su sentido habitual, puede aceptarse un uso técnico si el testador lo quiso así. Se aplican por analogía las reglas de interpretación de los contratos.

Una vez fallecido el testador, cualquier persona que tenga en su poder un testamento o haya participado en su otorgamiento, debe informarlo a los interesados (art. 2471). Omitir esta obligación puede traer consecuencias legales.

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¿Cuáles son los requisitos legales del testamento ológrafo?